Todas las respuestas de un individuo frente a la gran cantidad y variedad de estímulos que diariamente se le presentan, desde las más simples, como un acto reflejo inconsciente, hasta las mas complejas, como la resolución de un problema de alta matemáticas, están controlados y coordinados por el sistema nervioso.
Nuestra vida vegetativa, representada por las funciones de nutrición, digestión, circulación, respiración, excreción y nuestra vida de relación, desde el parpadeo ante un insecto, hasta los más refinados actos de nuestra vida efectiva, en una palabra, todos nuestros actos, están coordinados por nuestro sistema nervios.
La suma de todo cuanto hacemos y de la manera como lo hacemos constituye nuestra conducta. La conducta depende, en primer lugar, del cúmulo de informaciones recibidas del ambiente por intermedio de los receptores.
Finalmente, la conducta se manifiesta mediante las acciones ejecutadas por los órganos efectores. Sin embargo, la conducta es algo más que una sucesión de impulsos nerviosos. Desde el descubrimiento del reflejo condicionado cada día se estudia más la influencia del ambiente, la sustitución de estímulos naturales por estímulos artificiales, la repetición de actos y el aprendizaje.
La teoría behaviorista de la conducta, basada en el binomio estímulo respuesta, falla cuando no tiene en cuenta otras manifestaciones de la misma tales como las emociones, sentimientos, ilusiones, que son comunes a todos los seres humanos.
En la actualidad la tendencia más aceptable es la teoría humanística, que trata de interpretar la conducta humana, teniendo en cuenta tanto la base biológica como las complicadas manifestaciones de la misma.
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